CAMPO DE REFUGIADOS DUNKERQUE
Dunkerque, norte de Francia. 2016
A pocos kilómetros del centro de Dunkerque, al norte de Francia, se levanta uno de los campos de refugiados de Grande Synthe, más conocido como “Jungle” donde la mayoría de personas provienen del Kurdistán – Iraq. Actualmente (mayo 2016) acoge 1500 refugiados.
Baxtyar. S, un joven kurdo de menos de veinticuatro años, me pide que no revele su edad por temas legales en su país de origen. Hace tres meses que duerme en el campo junto con cinco compañeros más, también kurdos, donde llegaron impulsados por las mismas circunstancias. Ahora su casa es una pequeña barraca de madera que Médicos Sin Fronteras (MSF) construyó sobre el terreno a principios del 2016. De los nueve hermanos que eran, dos han perdido la vida en Iraq debido a la guerra. Su padre, combatiente contra el Daesh igual que él y dos hermanos más, había sido el responsable de mandarlo a buscar nuevas oportunidades en el Reino Unido. Baxtyar, ha recorrido trece países en un año. Desde Iraq hasta Francia. La policía búlgara lo devolvió de donde venía, Turquía, dejándolo sin zapatos y con la nariz rota. El peor recuerdo, dice, fue antes de llegar a las costas griegas; nadando dos horas cuando la patera con la que iba zozobró y los bebés se ahogaban en el mar.
Por la mañana, en el campo, vuelven los primeros refugiados, los mismos que la noche anterior han intentado colarse bajo un camión, sin suerte. Un sueño europeo inexistente. Post-trauma e insomnio. La bebida, la música y las autolesiones son compañeras de batalla para paliar el dolor.